viernes, 4 de octubre de 2013

Sufría de depresión mujer abatida en el Capitolio

En una ciudad en que la tensión ha crecido tras la masacre de Navy Yard, una mujer de 34 años fue abatida a tiros ayer por policías cerca del Capitolio, después de ser perseguida desde los alrededores de la Casa Blanca hasta orillas del Senado.
La Policía eludió dar precisiones, pero todo indica que Miriam Carey, que andaba con su hija de un año y desobedeció las órdenes de detención de las autoridades, estaba desarmada.
Su madre, Idella Carey, dijo a la cadena ABC que Miriam, higienista dental en Stamford (Connecticut), padecía de “depresión posparto”.

El incidente habría comenzado cerca de las 2:14 p.m. de ayer, cuando la mujer, manejando un Infiniti negro, intentó rebasar una barrera exterior cercana a la Casa Blanca, en la avenida Pensilvania con la calle 15 de la capital estadounidense. Pese a que varios agentes le ordenaron detenerse a punta de pistola, según imágenes de televisión, la mujer se dio a la fuga desatándose una persecución de unos tres minutos hasta la zona del Capitolio. En la persecución dos agentes resultaron heridos, uno de ellos al chocar su vehículo.
Hubo dos momentos en que se escucharon disparos. La segunda ráfaga, en la que habrían herido de muerte a la mujer, ocurrió cerca de edificios del Senado y la estación de tren Union Station. La Policía no dio detalles, pero inicialmente entre cinco a seis agentes, a punta de pistola, rodearon el automóvil y pudieron haber visto a la menor. “No se trató de un accidente”, dijo la jefa de la Policía, Cathy Lanier.
La situación provocó una nueva alarma de seguridad en el Capitolio, que hace poco más de dos semanas tuvo otra situación de alerta como consecuencia de la masacre de Navy Yard en que murieron 13 personas. Además, desvió por unas horas la atención en torno al cierre parcial del gobierno federal y los debates en torno a ese álgido asunto en el Congreso.
Como turista, Ileana Báez Bravo, quien es oficial de prensa en La Fortaleza y realiza su primera visita a la capital federal, caminaba por los alrededores del Capitolio junto con su compañero cuando comenzó el tiroteo.
“No reaccioné, mi compañero me dijo ‘son tiros’. Vimos policías con armas largas, nos dijeron que corriéramos al Capitolio. A unas 15 personas nos colocaron en un ‘check point’ (punto de cotejo). Nos inspeccionaron y nos pasaron al centro de visitantes”, dijo.
Inicialmente, la adrenalina le guió sus pasos. Pero, al rato, dijo Báez Bravo, “empecé a llorar”.
Al comisionado residente en Washington, Pedro Pierluisi, en el otro lado del Capitolio, en la zona de la Cámara baja, la emergencia le sorprendió cuando regresaba a su oficina después de almorzar.
Ante el cierre de instalaciones, Pierluisi tuvo que permanecer fuera del edificio Longworth en que esta su oficina hasta que la situación se normalizó.
Tres activistas del grupo pro estadidad Igualdad –el expresidente de la UPR José Manuel Saldaña, Francisco Domenech y Anabel Guillén– estaban en la oficina del congresista republicano Tom McClintock (Caliornia), cuando se ordenó clausurar el acceso al Capitolio. “No nos permitieron movernos -dijo Domenech-, una experiencia muy única”.

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